El objetivo de la meditación es calmar la mente. Si tenemos una mente calmada no tendremos preocupaciones ni angustias y seremos felices. Pero si nuestra mente está alterada no conseguiremos serlo por mucho que estemos rodeados de las mejores condiciones. Si nos adiestramos en la meditación, conseguiremos estar serenos y en paz, y ser felices, aún en las situaciones más adversas.
Por norma general, nos cuesta mucho controlar nuestra mente, la cual se tambalea inestable según las circunstancias externas. Cuando las cosas nos van bien nos sentimos felices, pero si algo nos va mal, enseguida nos enfadamos y frustramos. La meditación te enseña que el apego es lo que te crea la infelicidad y te enseña a no sentirlo. El apego a algún objeto, a un trabajo, a una persona, etc… que cuando lo conseguimos creemos que nos hace felices, y si en algún momento de la vida dejamos de tenerlo nos sentimos infelices y descorazonados. El apego solo sirve para sentir frustración y para no dejar que seamos libres.
A través de la meticación aprendemor a crear un espacio en nuestro interior y una flexibilidad y claridad mentales, que nos permiten controlar nuestra mente sin dejar que nos afecten los cambios en las circunstancias externas. Poco a poco vamos desarrollando una estabilidad mental y un equilibrio interior que nos permite permanecer siempre felices en lugar de oscilar entre los extremos de la euforia y el desaliento. Practicar la meditación con regularidad hará que un día seamos capaces de erradicar aquello que nos perturbe mentalmente, y de este modo disfrutaremos de la paz interna permanente conocida como «la liberación o el nirvana».
Cáncer: Mi lección de Vida 